El historiador, Cristóbal Borrallo, nos habla en este programa de radio, del origen de la Iglesia de nuestro pueblo, de la ahora conocida como Iglesia Vieja.
Tal y como explica durante la emisión, en varias bulas emitidas entre los años 1419 y 1422 el Papa Martín V habla de la recién construida Iglesia de Santa María de la Consolación. Surge así de la mano de la construcción del castillo y de nuestro pueblo. Más tarde serían los frailes dominicos los que se harían cargo de la administración de la parroquia, fundando un convento en la segunda mitad del siglo XV, colindante a la Iglesia.
Es en 1737 cuando se decide ampliar el templo para dar cabida a la creciente población menciana. Tal y como indica Borrallo, a su ornato y embellecimiento colaboraron las familias nobiliarias de Doña Mencía y la misma casa de Sessa, señores del lugar.
Gracias a la obra de Montañez Lama, sabemos que al norte del crucero, en la nave del Evangelio, se encontraba el camarín de Jesús Nazareno, perteneciente a los Alcalá- Galiano, Marqueses de la Paniega; frente a esta, el altar de Santo Domingo, propiedad de los Valera. En la nave sur del crucero —la de la Epístola— se construyeron el camarín y altar de la Virgen del Rosario, sobre un risco tallado que aún puede verse en la esquina derecha del escenario, decorado con los escudos de las familias Roldán y Reinoso. Delante de este, se encontraba el altar de San Pedro Mártir, propiedad de otra de las ramas hidalgas de los Alcalá-Galiano. “Este nuevo templo fue el reflejo de la evolución social del pueblo“.
Un siglo después los dominicos desaparecen y el convento se vende. Los cimientos del antiguo convento, convertidos en viviendas comenzaron a ceder. Se hicieron algunas reparaciones, sin embargo, el mal estado de la iglesia obligó a cerrar la nave norte. En 1895 se hundió también el techo del camarín de Jesús Nazareno, cuya imagen se salvó, probablemente, por haber sido bajada para Semana Santa.
Cristóbal Borrallo comenta que el contexto social de la época llevó a que el clima anticlerical fuera creciendo en Doña Mencía. Como es sabido, en la madrugada del 14 de septiembre de 1932, un incendio intencionado devoró el templo dominicano. “Un acto condenable que nunca debió ocurrir. Con él se perdió una joya patrimonial de enorme valor, no solo para nuestro pueblo, sino para toda la provincia“, expresa el historiador.